El region de Paris es el primer destino turístico del mundo, seduce a los extranjeros gracias a sus paisajes boscosos que inspiraron a los impresionistas, sus iglesias y sus castillos testigos de la historia de Francia, pero también a sus mercadillos tradicionales y a sus bailes populares.

Recorrer Ile-de-France es también una ocasión para descubrir el ritmo de vida de los once millones de habitantes de la región. Éstos tienen mucha menos prisa, están menos nerviosos, en una palabra, menos estresados, en cuanto cruzan la frontera psicológica del "periférico", la gran circunvalación urbana que rodea París y ahoga la capital con su estrépito automovilístico. En todos los municipios de la región, desde el pueblo más pequeño hasta las grandes ciudades del extrarradio, la población se reúne en torno a los mercados. En ellos, el espectacular colorido de los puestos permite tener una visión pintoresca de la tierra de Ile-de-France. También es una ocasión para conocer a habitantes amantes del buen comer, siempre dispuestos a entablar conversación sobre los cualidades de tal o cual producto de la región.


Paris es la ciudad de Europa más tolerante en cuanto a la orientación sexual de cada persona. Esta puede ser vivida plenamente sin miedo a represiones ni discriminaciones. Esta tolerancia se refleja incluso en crucero bares restaurantes y saunas donde la libertad para hacer lo que se quiera entre adultos que consienten es nunca sujeto a juicio.

París es considerada la ciudad más hermosa y glamorosa del mundo, cuenta con el mayor número de monumentos en todo el mundo. Hay numerosos lugares de importancia y reconocimiento mundial, como la Torre Eiffel, la Catedral de Notre-Dame, los Campos Elíseos, el Arco de Triunfo, la Basílica del Sacré Cœur, de Los Inválidos, el Panteón, el Arco de la Defensa, la Ópera Garnier, el barrio de Montparnasse entre sus muchos atractivos, junto con las instituciones de fama mundial, como el Louvre, el Museo de Orsay y el Museo Nacional de Historia Natural de Francia, y populares como el parque Disneyland Resort Paris.

París tiene un lugar privilegiado en el ámbito artístico y cultural a nivel mundial en los últimos siglos. Aquí han nacido movimientos artísticos como el expresionismo, el surrealismo y el fauvismo e importantes figuras del arte y el pensamiento como René Descartes, Voltaire, Victor Hugo, Émile Zola, Alexandre Dumas (hijo), Edgar Degas, Claude Monet, Jean-Paul Sartre, Jean Renoir.

Las "puces"2, las ferias de chamarileros e incluso las ventas de cachivaches procedentes de desvanes particulares que se están multiplicando por todas partes, así como las pequeñas tiendas de antigüedades, hacen que Ile-de-France sea no sólo el paraíso de los aficionados a buscar objetos antiguos, sino también el medio más seguro de llevarse recuerdos auténticos de la estancia en la región. Se pueden visitar asimismo los talleres de algunos artesanos que trabajan para las grandes marcas del lujo y la confección. Y también quedan tradiciones por descubrir, como el trabajo del vidrio de los sopladores de Soisy-sur-Ecole (Essonne).


Barbizon, tierra de impresionistas

Caminar por Ile-de-France es descubrir la compleja geografía de los lugares que inspiraron a los grandes artistas. Incluso hoy en día, uno se imagina perfectamente a Vincent Van Gogh (1853-1890) con el caballete colocado en un rincón de un campo de trigo al lado de Auvers-sur-Oise (Val-d'Oise), a Pisarro (1830-1903) y a Renoir (1841-1919) con un vaso en la mano, captando la alegre atmósfera de las orillas del Marne. Bajo los árboles más frondosos del bosque de Fontainebleau, uno no puede olvidar que allí pintaron Manet (1832-1883) y Sisley (1839-1899) algunos de sus más bellos lienzos. Y Barbizon (Seine-et-Marne) conserva la huella de todos los paisajistas que allí encontraron cobijo. La Casa Fournaise en Chatou (Yvelines), la Posada Ravoux en Auvers-sur-Oise, los talleres de Derain (1880-1954) o de Millet (1814-1875), las casas de los escritores Chateaubriand (1768-1848), Dumas (1802-1870), Balzac (1799-1850) o el compositor Debussy (1862-1918) son lugares donde aún merodean las sombras de los grandes creadores.

Recorridos balizados e itinerarios con flechas indican los caminos que llevan al corazón de la región. Deambulando por las calles se descubren magníficas fachadas. Al atravesar un claro, uno puede sorprender el vacilante correr de un corzo. Resulta difícil resistirse al encanto de los vallejos perdidos, como los de Chevreuse, del Renarde o del Aubette, o a lo largo del Petit-Morin. Un paseo en una pequeña chalana por el Sena, el Marne o el Oise permite pasar ante pueblos seculares, imponentes granjas fortificadas y todavía, a veces, guinguettes3 que vibran al son del acordeón.

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